Cristina Cid, soprano lírica y guitarra clásica de Argentina

Es muy difícil compilar en una nota las muchas actividades y logros artísticos de Cristina Cid. A la doble condición de cantante lírica y guitarrista, se suma su iniciativa para reconocer la labor de María Luisa Anido, su profesora y figura destacada en la interpretación de la guitarra clásica. De todo vamos a hablar en cuatro notas temáticas, con esta artista de Argentina…
Cristina, haciendo un gran repaso por tu carrera, realizaciones e iniciativas… surge un ¿De dónde sacas el tiempo y las energías necesarias?
Creo que tuve la fortuna de nacer con mucha energía y una gran vocación por la música que se manifestó desde los tres años. En cuanto al tiempo, como todo, es cuestión de organización, de poner orden primero en las ideas y luego llevarlas a la práctica asignándoles prioridades. Vivir muchos años otorga el beneficio de haber realizado muchas cosas pero, por partes.
De esa manera, primero fue la etapa de creación del primer coro infantil en mi ciudad natal, Tandil, en la provincia de Buenos Aires cuando aún era una adolescente y no tenía mucha noción de cómo se debía hacer. Me guiaba el entusiasmo. Más tarde, viviendo en Buenos Aires, sucedieron las actuaciones de ópera y solos en misas y oratorios.
Al casarme debí conjugar lo más difícil para una mujer: atender a un esposo y criar a mis tres hijos de manera amorosa brindándoles AMOR y TIEMPO... y ahora además tengo a un nieto Joaquín, de cuatro años. Dos elementos sin los cuales ningún ser vivo deviene en FELIZ y NECESARIO para sí mismo y la sociedad.
Postergar un poco mis propias ambiciones no fue difícil, es más, ni me lo planteé. Deseaba hacerlo y tuve suerte porque mi familia colaboró mucho. De manera que seguí brindando conciertos de cámara con guitarra, actuando en Buenos Aires y viajando de vez en cuando a ciudades vecinas. Ni bien pude llevé a mis pequeños conmigo. Disfrutaban mucho.
En esa etapa comencé a dar clases privadas y a realizar transcripciones a la guitarra de cuanta canción o Lied me interesaba pero estaba compuesto para piano u otra formación instrumental. Poco a poco llegué a reunir más de setenta de ellas.
El resto de mi vida hasta la actualidad se repartió en viajes más prolongados, conciertos, grabaciones, clases, mi sistema, clases magistrales aquí y allá, lo usual en todo artista.
En la última etapa, la actual, surgió el deseo de organizar conciertos en el living o en salas como bibliotecas, pequeños auditorios, aulas de conservatorios, para mis alumnos. Más tarde, sentí el deseo y el deber de recordar y difundir el nombre de mi querida maestra de guitarra María Luisa Anido, quien desde 1976 se había ido a vivir a España. De allí surge la Asociación María Luisa Anido de Buenos Aires, de la que luego te comentaré cosas…
Sobre las energías… Siempre tuve muchísima energía, creatividad y deseos de plasmar fantasías. Muchas de ellas se hicieron realidad gracias al tesón, al esfuerzo, a la voluntad pero sobre todo a la disciplina. La tarea musical se puede comparar con el deporte donde es menester un gran entrenamiento y la gran disciplina de que te hablaba. Con ese orden disciplinado unido a una vida relativamente larga como es mi caso, mirando hacia atrás, se ven muchas tareas realizadas. Quizás no sean tantas pero se fueron acumulando… ¿Contesta esto tu pregunta?
Has realizado muchos personajes en óperas famosas pero tu especialidad, por decirlo de alguna manera, de cantar y acompañarte en guitarra, realizando música clásica, te diferencian…
Sí, es posible. Me siento afortunada por haber encontrado esta forma de expresarme. No sé cómo explicarlo pero supongo que está relacionado con la LIBERTAD. Uno de los bienes más preciados del ser humano. Es tan grato decidir con un mismo cerebro qué tempo quiero imprimir a tal canción, cómo me encuentro después de hacer un rubato en aquella frase o un accellerando en otra…¡siempre sé que voy a encontrarme!
Es decir, mi voz puede jugar con arpegios, escalas, fiorituras, la guitarra espera…pero allí están las dos al final, ¡se encuentran para el abrazo! Es algo similar a lo que sucede cuando hay dos intérpretes, cantante y guitarrista o pianista que han trabajado mucho juntos.
Tú confías en tu acompañante y viceversa. Ambos confían y se encuentran. Hay alegría, euforia, unión, amor. En mi caso te aseguro que el placer de unir los dos instrumentos, la voz y la guitarra, en mí misma, es infinito.
Es verdad. Hay un intercambio profundo entre ambas disciplinas pues son dos facetas igualmente enriquecedoras e interesantes. La una aporta un juego dinámico y de sutilezas que junto con la lectura perfecta que ha de tener, eleva el espíritu y el nivel de consciencia que desarrolla la percepción. Esa es la música de cámara. Absolutamente necesaria para la ópera.
Ésta, a su vez, desarrolla la capacidad de comunicación a través de la interpretación escénica, permite al cuerpo a soltarse y alcanzar distancias reales o imaginarias con sus movimientos. Hay momentos en que parece que estuviéramos fuera de él, volando. En la ópera hay un engranaje complejo que implica compromiso con los demás y eso nos humaniza también.
Y, por supuesto, está esa vibración extraordinaria del sonido, de la voz que nos transporta, que llega a los oyentes transportándolos también y nos dice: aquí está la VIDA. El cantar y acompañarme con la guitarra es una prolongación de esa unión entre la música de cámara y la ópera.
Eduardo Aldiser
Argentina al Mundo destacando la labor artística de los músicos y cantantes argentinos