Guillermo Vendrell en Argentina Mundo / España - De Caseros y la época de Carlos Riccó

Lo cuenta con la espontaneidad que lo dice todo. Por sus recuerdos van pasando imágenes de todos los que por aquellos años estábamos entre la adolescencia y la primera juventud... esa del divino tesoro que te vas para no volver. Nos cuenta Guillermo Vendrell...
La primera actuación musical de rock en una terraza. Fueron “Los Dogos” en Caseros
Guillermo Vendrell
Éramos jóvenes, seguidores en mi caso particular, de los Beatles, por eso hice esfuerzos e impliqué a mi padre para estudiar inglés.Tenía amigos y conocidos que estaban dando los primeros pasos en la música pop. No participaba mucho en los grupos porque estudiaba piano y mi instrumento grande y pesado, no podía ir conmigo a los locales de ensayo.
Un amigo que tenía conocidos con familia que trabajaba de azafata en vuelos internacionales, muchas veces conseguía que tuviéramos los discos antes de editarse en Argentina. Ángel Passano hasta llegó a conseguir la primera Fender Telecaster que se la dejó a Eduardo Accinelli para la presentación del grupo La Topadora en el Festival de la Música Beat del Teatro Nacional en la calle Corrientes de Buenos Aires. Los músicos del jurado, como Los IN, perdían los ojos mirando esa guitarra. Eso nos dió la idea con otros amigos, de formar un grupo de disc-jockeys, lo que hoy llaman DJ.
Por entonces con 18 años cumplidos, había ganado el concurso para que Carlos Riccó viniera con un artista a mi casa el día de mi cumple, y le queríamos presentar nuestros equipos. Riccó vino, pero el artista, a última hora desistió, allí comenzó una relación con la Catedral del Ritmo, el programa de Carlos Riccó, que me llevó a trabajar como compaginador musical del mismo. Acababa de salir el disco: No le pidan peras a Mandioca.
Como DJ, iba a fiestas privadas con la discoteca del programa, también iba y daba lustre la discoteca Tapioca porque mi nombre era leído diariamente durante el programa. Cuando íbamos con la discoteca que teníamos con los hermanos Scandroglio que se llamaba “Discoteca Tapioca”, que en la tarjeta decía: con Willy Vendrell, compaginador musical de la Catedral del Ritmo. Éramos o nos sentíamos especiales, únicos y yo a pesar de ser un rata hijo de obrero metalúrgico, estudiaba inglés, piano, y hacía exámenes de ingreso para estudiar medicina.
Estábamos muy solicitados, cumpleaños de 18, de 15, de alumnos del Colegio de la Merced, uno de los más chetos de Caseros, del Palomar Schule, casamientos, etc.
Los Scandroglio eran hijos de un pequeño industrial que era quien fabricaba las piezas de los juegos de ajedrez que se utilizaban en Argentina, por eso tenían un rastrojero, un coche y ponían el DKW autounión de su padre para llevar los bafles que habíamos construído y equipado con parlantes pagados entre todos, La parte de construcción de las cajas corríó por cuenta de ellos, el amplificador que lo consiguieron muy barato y que mi padre (electrotécnico) había hecho funcionar, las cajas de LP’s y de Simples, eran nuestros bártulos para las presentaciones.
Al final, eso determinó que ellos pensaran que no era equitativo y decidieron dejarme fuera. El desgaste de los neumáticos, los frenos y otros componentes no podía equipararse con el hecho que yo aportaba los discos. De todos modos ellos ya tenían suficientes discos como para hacer presentaciones y la música que no tenían en vinilo, la podían llevar grabada en cassettes.
Que los discos antes de estar en las casas de venta yo ya los tuviéramos por trabajar yo en la radio, o que mi amigo Angel Passano nos consiguíera “vía aérea New York-Buenos Aires o Londres-Buenos Aires” lo último del hit parade internacional no lo valoraron.
La discoteca con otro nombre no duró ni 6 meses mientras continuaba con mis presentaciones con la discoteca de la Catedral del Ritmo y pinchando cuando me llamaban, en el barco Ciudad de Montevideo, la boda del líder del Grupo de Gastón, cumples de oyentes del programa, etc. No me preocupaba por cobrar, solo que me cubrieran los gastos y no tener que poner dinero encima.
Entonces me centré más en los estudios, corría el año 1973, y estábamos preparando con La Topadora, un concierto donde yo tocaba en algunos temas, y había hecho algunos arreglos para temas del grupo, además de haber participado durante la grabación de una maqueta en los estudios TNT de Drooppy (baterista de Alma y Vida) en Buenos Aires, con temas que aún se recuerdan en Caseros como “Al día siguiente” y “Cadáveres”, mucho antes que Michael Jackson hiciera “Thriller”.
Otros títulos como “El fín del petróleo”, “Canción para un hombre más”, “La Babosa Azul” de Claudio, se pinchaban en La Gayola de la estación de Caseros, y eran pedidas por las fans durante los conciertos.
Se hicieron inolvidables actuaciones en la Sala del Pío XII, en el José Hernández para fín de curso, o en el local de la Cruz Roja. Alguien coló la maqueta que se irradió de madrugada en algunos programas musicales.
Los temas de la Topadora fueron parte de la banda sonora de la agitación juvenil pre-triunfo electoral de Cámpora. Nos llamaban para todos los actos para divertir al público antes de los discursos de las juventudes de los barrios de viviendas pobres.
En esos años de agitación y voluntad que se llevaba cada idea a la pràctica, y cuando se hacían las cosas “porque se quería hacerlas y nada más”, y no poniendo siempre un precio como ahora, el grupo “Los Dogos” de Claudio Mónaco, allá por el 1970, no tenía local para ensayar y tenían un concierto próximamente.
Hablé con mis padres y vinieron a ensayar al patio de mi casa para llegar en condiciones para la actuación.
Al concierto no podía acudir por estar rindiendo exámen de ingreso para kinesiología en la Facultad de Medicina. Pero al final me perdí las dos cosas. La policía violó la autonomía universitaria, clausuró las clases y echó fuera a los estudiantes por un corte de luz que le dió argumentos para decir que se había roto la cadena de custodia para las preguntas de los exámenes.
Se suspendieron los exámenes, corría el año 1970. Del mayo francés había leído en la revista Gente y yo lo asimilaba como a los hippies de Plaza San Martín en Retiro, seguía interesado en la música nada más.
Mi hermana cumplía sus 15 años y yo sin trabajo, sin beneficios por más arreglos musicales, bailes de DJ, o colaboraciones que hiciera, porque todo se gastaba en estar “bien arreglados” y al día con la moda internacional, como decían en el programa “Modart en la noche”. Estábamos disconformes con todo pero asimilados a todo. Unos indignados más de aquella época.
No sabía que regalarle a mi hermana Maricel. Lo comenté con Claudio y él me dijo que podían aprovechar, con la excusa de que tocarían durante su fiesta, para ensayar temas para unas actuaciones que les habían salido para carnavales al año siguiente. Mi hermana cumple el 16 de diciembre, y el tiempo para esa época sería bueno salvo novedades, pero no tan impredecible como lo es hoy.
Mis padres decidieron, dado que mi hermana invitaba a tantas amigas, y que la familia era tan amplia, que la fiestita se haría en la terraza de mi casa de Caseros. Mi hermana con su vestido de 15, con sus zapatos de 15, su peinado, y su maquillaje, tuvo como regalo “la primera actuación en un terraza de un grupo de rock” conocida de la historia.
Los DOGOS capitaneados por Caludio Mónaco a la batería, Héctor Belarde, primera voz y guitarra (hoy es médico ginecólogo, cumpliendo sus más íntimos deseos, je, je), Carlitos Borque al bajo y Gustavo Musto a los teclados, Los Dogos llevaron el rock nacional a la terraza de mi casa. Los vecinos desde sus terrazas creaban un marco general. Esa tarde noche sonaron temas como “Tan solo una vez”, del maestro Litto Nebbia, La Balsa (de Litto Nebbia y Tanguito que era de Villa Pineral en Caseros), “No hay tiempo que perder”, etc., tanto Claudio como Belarde, son auténticos fanáticos de Litto Nebbia.
En la actualidad Claudio Mónaco dirige el programa radial en la emisora local de San Lorenzo denominado “El Amigo Imaginario”, recientemente nominado para los premios Martín Fierro. Un tiempo después, en la terraza de la esquina, el Luiggi, que tocaba la guitarra en un grupo que acompañaba a Johnny Alon, también se puso a ensayar durante varios fines de semana, trayendo alegría y música al barrio obrero de la FIAT, en medio de la dictadura y de las razzias por el secuestro de Oberdam Sallustro
Vendrían otras alegrías y tristezas, pero eso son otras anécdotas.
Argentina al Mundo recordando aquella música de rock argentino de los sesenta, setenta...
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