Jesús Alonso Olveira recordado en Argentina Mundo / España - Un gallego en Villa Dominico

Ya de vuelta en esta Fisterra gallega, la Finisterra romana, entrecierro los ojos y me vienen imágenes de mis años de niño en Villa Dominico, la casa paterna en Argentina, en ese barrio de Avellaneda, que sólo está separada de la ciudad de Buenos Aires por el Riachuelo, del que les muestro una foto que saqué cruzándolo en un micro (autobus) porteño. En esa provincia de Buenos Aires transcurrieron mis años allí y repasaremos pantallazos de momentos vividos en ese país que también es mío.
Recuerdos de Argentina, evocación de mi Galicia cuando estaba lejos
Por Jesús Alonso Olveira
De Finisterre hasta Avellaneda, Argentina, con Jesús Alonso Olveira
Jesús Alonso Olveira, un gallego que llega a la Argentina
Vamos a mi escuela…
“¡¡Sra. directora venga a ver y escuchar como lee este pibe!!” Era mi maestra llamándola a la directora de la Escuela Nº 5 Fragata Sarmiento, asombrada por la rapidez y lo bien que leía.. “¡¡A ver niño lee!!” "La lluvia caía sobre las calles...." Me sentía muy incómodo ante las miradas inquisidoras de mis oyentes, sin levantar la vista del libro, no respetando ni puntos para terminar lo más rápido posible. “¿Quién te enseño?”, preguntó la directora… “¡¡Don Alfonso!!”, respondí… “¿Quién?”… “¡No nadie, un amigo!!”… Era algo sorda la directora, tenía ya sus años. “¿Puedo ir al baño?”, pregunté… “¡¡Sí, sí!”… ¡Ufa ! me estaba meando “Ah! si me viera Don Alfonso!!!”, me dije. Y que cómodo estaría el chófer del camiónque nos llevó hasta Vigo en mi situación, reflexioné. Volvía de la escuela como todos los días a las cinco de la tarde...
Cierta tarde verano y a la caída del sol, se solía en esa época sacar las sillas y sentarse en las aceras de las casas mirar la gente pasar y conversar, costumbre que aún hoy día se mantiene en el interior de algunos pueblos de provincia en Argentina. Estábamos sentados mi madre y yo. Pasó un vecino con un “¡Buenas tardes!”… “¡Buenas!”, respondí yo, no escuchando la contestación al saludo por parte de mi madre, acto este que se tomaba como descortés y de mala educación. Seguidamente pasó otra vecina repitiendo el mismo saludo. "¡Buenas!", volví a responder. Mi madre permanecía en silencio… le toqué el hombro… “¡Eh!”… “¿Qué pasa?”, me dijo. “Que pasó Don Fulano y Doña Sultana y saludaron, y tú no lo hiciste”. Suspirando y con la mirada al vacío agregó “¡¡Como quisiera estar en mi Finisterre!!” Estaba mirando y viéndose hacia adentro, haciendo su catarsis.
Terminada la escuela secundaria y con el título de Técnico Químico, entre a trabajar en una fábrica de papel y celulosa, especializándome en dicha industria. Mi primer jefe de laboratorio era gallego, de Marín, pueblo de La Coruña, una gran persona, culto, inteligente, aplomado. Solíamos de vez en cuándo sentarnos y hablar sobre Galicia. No conocí a alguna persona dentro de esta industria, y nos conocíamos todos aunque fuésemos de distintas fábricas de papel, que tuviese alguna opinión contraria hacia él, eran todos elogios. Partió de este mundo siendo muy joven y aportando su amor y apellido a dos hijos adoptivos de una villa miseria. Un verdadero ejemplo, tenía la natura habiendo incorporando a Salamanca (Por aquello de "Lo que natura no da Salamanca no presta”. Esta aclaración la hago recordando que se refería este dicho a la Universidad de Salamanca, en un tiempo una de las más famosas de Europa)
Reencuentro con el mar
La primera vez que fui a “la costa” (La zona balnearia con mar se conoce con dicho nombre en Argentina, "La costa", a nivel popular), fue en un mes de diciembre en vacaciones, abarcando las fiestas de Navidad y fin de año. Había pasado más de veinte años sin haber visto el mar desde que lo perdí de vista cuándo el barco entró en las aguas del Río de la Plata, rumbo a Montevideo.
Generalmente pasaba casi siempre las vacaciones en la ciudad, pero ese año hice una excepción a pedido de mi mujer. Yo ya estaba casado y mis hermanos también. El lugar se llama Santa Teresita. A mí no me gustaba ir a la playa, me aburría mucho y tampoco me llamaba la atención. A mi señora le encantaba ir y luego de comer y en mi caso dormir una siesta, cada uno iba a su lugar de esparcimiento.
Yo me dirigía al centro de la ciudad, luego de recorrerla un poco iba hacia la calle de los cines y elegía alguna película, entrando a verla. Como coincidía las fiestas de Navidad, en la mayoría de ellos pasaban películas de tenor religioso, las cuales en la mayoría de los caso ya había visto. Entre en uno que ofrecía algo distinto. La película era de un tenor tan mediocre y aburrida, que me quedé dormido a los veinte minutos de empezar la misma, despertándome con el encendido de las luces al finalizar la misma.
Regresé a casa era ya la hora de la cena. Después de una sobremesa algo prolongada, me había quedado sin cigarrillo “¡Voy a comprar cigarrilllos!”, le dije a mi mujer. Creo que no me escuchó porque ya estaba semidormida. La noche era estupenda con cielo cubierto de estrellas, y se percibía una tenue brisa marina. El haberme quedado dormido en el cine me quitó el sueño. Me puse a caminar sin rumbo fijo, pensando en mandar los acostumbrados saludos de navidad y fin de año a compañeros de trabajo y parientes, cuando el ruido de las olas del mar me saco de mis pensamientos. Trate de volverme y alejarme pero me fui acercándome más, hasta tener al mar frente a mí vista. Me senté en la arena y lo miraba, lo miraba ensimismado. ¡Si parecía que me hablaba y me hablaba!..
“¿Por qué? ¿Por qué? ¿¡Por donde crees que llegaron tus orígenes!? ¿¡Cuál fue el camino que usaron? ¡Por mis aguas llegaron a Galicia!¡¡Yo, el mar, fui el camino!! Yo los llevé hasta las costas gallegas!! ¡Yo el mar fui el camino! ¿Podía hundirlos? ¡¡Tú sabes que sí!!¡Pero no lo hice! En navíos precarios, navegando sobre mis aguas, los llevé!! ¿Imaginarías la belleza de Galicia sin mi presencia!? ¿Con qué arrullo te dormías cuando aún eras un niño de pecho? ¡El sonido de mi oleaje te arrullaba y dormías!! ¿Quién te veía bajar las escaleras de piedra desde tu casa, venir hacia mí y corretear por las arenas de mis playa cuándo eras niño? ¡Yo te veía venir hacia ellas! ¡Yo el mar, tú mar!! ¿Cuándo aprendiste a escribir y pronunciar la palabra “ave” a cual identificaste primero? ¡Gaviota ¿verdad?! Bueno, esa ave existe por mí, viven y anidan en mis costas!! ¡Ah y los delfines, que viste no se estaban burlando de ti, te acompañaban alegrándote la travesía por elb Atlántico hacia Argentina. ¿Quién es fuente de inspiración de escritores, poetas y trovadores gallegos, que todos ellos me nombran? ¡Yo el mar soy su musa inspiradora!! ¿Quién contribuye junto al viento y el sol a que sus montes y prados vivan y verdezcan con la lluvia que cae sobre ellos, dirigiéndose el sobrante de agua que no absorbe la tierra hacia sus ríos para desembocar en mí? ¡Si yo no existiera ¿Adonde irían esas aguas? ¿No sería Galicia un pantano? O directamente existiría. ¡Sí, yo fui la ruta por la cual emigraron, pero… ¿No aumentaron los sentimientos de amor hacia la tierra que tuvieron que abandonar? ¡Mira mis aguas, se extienden por toda la tierra pero… ¿Sabes dónde vivo? Vivo en el espíritu de todo el pueblo gallego, estén en Galicia o lejos de ella! ¡Vivo en los labios de aquel que pronuncia la palabra Galicia.. Ahí estaré yo, el mar.. recuerda `Y llamó Dios a lo seco, tierra. Y a la reunión de las aguas, mares, y vio Dios que era bueno (Génesis, Capítulo1, La creación, vers.10)”
Estaba ya amaneciendo. Me levanté lentamente, quise fumar un cigarrillo pero ya no tenía más. Tire la marquilla vacía e instintivamente me incliné a recogerla, pero una ola suavemente iba alejando la misma hacia dentro del mar, en un gesto de perdón y compasión hacia mí. Me quedaría ahí a esperar a mi mujer, seguramente alguien le avisaría que estaba en la playa.
Y ahora he vuelto a tener enfrente la costa gallega. Ya en Finisterre me fui enterando de cosas de esta tierra mía, como que aquí nació el inventor del futbolín, el metegol que se dice en Argentina y con el que tanto jugué en Villa Dominico. Se llamaba Alejandro Campos Ramírez y nació aquí en 1919. Como también era poeta y editor, ya en Coruña, donde llegó de pequeño, siempre firmada sus obras como Alejandro de Finisterra… en galego sería Alejandro de Fisterra. Como buen gallego, siempre ha recordado su cuna, aún en Zamora donde falleció en 2007. Ésta es la placa que lo recuerda en la casa donde nació.
Hoy son muchos los gallegos que han retornado a Galicia por tener aquí su historia, otros no pudieron hacerlo y Galicia los está esperando, como mi abuela, y en una figura alegórica, cuando nos esperaba a nosotros en Argentina con una amplia sonrisa emocionada al tener el rebaño junto.
Hoy vivimos en un mundo globalizado (así le dicen), nos conectamos en minutos a través de los medios de comunicación existentes con cualquier parte del mundo; prácticamente ya no hay emigración hacia otros países.Tal vez en los tiempos venideros nos toqué a los gallegos nuevamente iniciar una emigración, esta vez sin que las circunstancias económicas nos obliguen, siendo esta de carácter cultural y aprendizaje. Logrado esto quizá y junto al avance tecnológico, podamos escuchar (por ahora haciendo uso de nuestra imaginación, olvidando las dimensiones de tiempo y espacio), una conversa (charla) entre dos hombres en algún lugar del Universo y en algún planeta lejano que, mirándose a los ojos y viéndose, dándose a conocer se preguntan..-¿¡Elógo..tí que fás aquí¡!? (Y luego tú, qué haces aquí) ¿¡É tí de que parte de Galicia eres!?......
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