Los colores de Boca Juniors - Argentina Mundo / España

Y eso fue lo que me pasó el viernes 4 de noviembre 2011 mientras participaba con los amigos del Quinteto Cinco Esquinas en el programa `Yo te cuento Buenos Aires´ del escritor argentino Roque Vega por Conexión abierta. Un relato boquense con sabor a Buenos Aires, fútbol del grande, tango, barrio, recuerdos, en aquella Argentina lejana…
Azul y Oro
Por Roque Vega
A mi Viejo, Don Miguel Vicente
El último rayo de sol acarició las casas, veredas y árboles del barrio, hasta adormecer definitivamente la tarde; dejando en el ambiente, esa extraña sensación de vacío.
Aceleré el choche, crucé, retiro, luego Alem y finalmente Brown. Me dejé llevar deseaba hundirme en el paisaje. En todas y cada una de las calles, esquinas y casas, ya lejanas, que abarcaban mi otro tiempo.
Bordeé el parque Lezama y finalmente la calle larga.
Sonreí, recordando aquellas tardes de verano, por la calle larga que va al parque. Luego crucé frente a casa amarilla. Después, después me sumergí en mis pensamientos.
Al llegar a Pedro de Mendoza desaceleré la velocidad. En el primer hueco que encontré dejé el coche.
Caminé por la escollera, de a ratos giraba para observar el puente, y así, una y otra vez.
Cientos de imágenes giraban en el silencio del paisaje.
Sentí sed, con la vista busque el bar, y hacia allá me dirigí.
Aun faltaba para el encuentro. Desde la ventana del bar pude observar la plazoleta, el mástil. Vi encenderse una y otra luz. Necesitaba beber un café, era necesario traer el barrio en el sabor de ese café.
Regresé con grandes éxitos, muchos mundos y vidas diferentes, salones y más salones de exposiciones me agasajaron. Premios, distinciones y otras tantas bagatelas con las cuales se ufana el ego.
El grito de esos muchachos, rumbo a la cancha, me distrajo por un segundo.
Si, eran cantos conocidos, sonaban adentro y afuera, los repetía con la mente.
Si, esa canción la plasmé cientos de veces, con cada pincelada de azul, desde el primero al último de mis cuadros.
Si, esos colores dominan mis pinturas, azul y amarillo. Construí mi paleta, en base a esos colores.
Dejé el dinero sobre la mesa y salí. Caminé largo rato. Los pasos me llevaron hasta el viejo atelier. Me detuve un instante frente a la puerta. Luego, continué hasta encontrar mi casa natal, silencio, solo silencio. Era un desconocido frente a esa puerta.
Me sobresaltó el eufórico estallido de los cantos, venían desde la cancha.
Mire el reloj, aun faltaba.
Intenté recordar. Necesitaba caminar unas cuadras más.
Crucé la vieja estación, metiéndome por caminito. A paso firme me dirigí nuevamente hasta la vuelta de rocha, sonreí al recordar aquel día, cuando en ese lugar, un junio muy lejano, juré la bandera.
El mismo lugar donde el nono, tantas veces me llevó de pibe, y otras tantas, me contó las anécdotas de su Italia natal.
– Pablo, no ha sido fácil…. Llegamos aquí para el fin del verano, una mañana de marzo, tu padre era pequeño………¡sobre ese lado atracó el vapor!
Mil veces me lo contó, siempre con la misma nostalgia, siempre con el mismo entusiasmo.
Crucé frente a la escuela….estaban todos los pibes,
-¡¡dale!!
-¿no jugás Pablo? - Me gritaba el cacho.
-¡No! voy del maestro, hoy tengo dibujo. Así me excusé una y otra vez
-¡Dale Pablo un picadito!
-Che, el domingo los muchachos vamos a la cancha, ¿¡no venís!?
Se agitaba mi mente, una y cien veces crucé por las borrosas esquinas del recuerdo.
-Y Pablo ¡que te dijo la Analía? ¿Te da o no te da bola?
- Si, el sábado vamos al parque…
Como en mis telas, la mente recorrió, la tarde del verano y el beso largo, por el caminito hacia el Lezama.
Se me endulzó la boca al recordar aquella tarde.
Esos dos pibes, que, apresuradamente caminaban rumbo a la chanca, discutiendo si este o tal vez el otro, y que el arbitro no sabía nada, si, ellos fueron el detonante.
-Vamos Pablo, ¡levantate, hoy se come temprano! , tu padre va a la cancha.
-Vamos ¡la comida está servida!…sonaba en mi mente la voz de la vieja.
-Pablo acompañame, ¡dale! Ahora nos vamos a la cancha y después hijo, te llevo a comer una pizza, vamos a la esquina de Necochea, dale acompañame.
El viejo me lo pidió una y otra vez, un domingo detrás del otro.
No, no fui, nunca lo acompañé y ahora ya no puedo.
Dejé Pedro de Mendoza, quedando atrás el puente grande. Aceleré los pasos hacia el encuentro con mi amigo. Me dijo que venía con su hijo. Íbamos a platea, yo quería ver muy de cerca a los jugadores.
-¡Pablo levantate! ¡La mesa está puesta! Golpeó nuevamente en mi recuerdo.
La insolencia de la juventud, el tonto capricho de un adolescente rebelde. Absurdos caprichos, confundidos con carácter firme.
Me vi sentado a la mesa, casi dormido, como todos los domingos.
El viejo almorzaba temprano. Los domingos se almorzaba temprano en casa.
Cuando nos sentábamos a la mesa, el viejo ya estaba preparado para el partido.
Sobre el respaldo de la silla, dejaba la campera de gamuza, tenía cuello y puños tejidos, y, la gorra, si, el viejo usaba gorra para la cancha.
Era la época que se jugaba los domingos por la tarde, cuando el barrio flotaba en el sonido del partido, cuando el futbol era una fiesta.
La imagen y la voz del viejo cruzaron mi memoria.
-Pablo, ¡no sabés la emoción! ¡El pibe de oro! ¡el Lazzatti, no sabes como jugaba!
-¡La época del Cherro! yo era muchacho………………………..
-Si me hubieses visto la tarde del boina Severino, fuimos con toda la barra.
-Yo estaba de novio con tu madre, cuando aquel glorioso partido, esa histórica línea con Lombardo, Mouriño y Pescia.
-Pablo, cuando vos naciste, ¡debutaba el rata! ……………………………………..
No quise recordar más.
Sabés viejo, ayer, ayer por la tarde estuve en la cancha, fuimos con mi amigo y su hijo.
Te tengo que inventar, ya sé que ahora te tengo que inventar para sentarte frente mío, en aquel patio que ya no existe y contarte que me palpitaba el cuore, me palpitaba, cuando los vi salir de la manga.
Después, después cuando estaban en el centro de la cancha, lo supe viejo, por primera vez supe, como brilla el azul y oro.
FIN
La imagen que ilustra este relato es una caricatura de Roque Vega hecho por Fernando Komel, que firma sus trabajos como "ferkomel"
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